Las grietas del relato oficial
* Por Ximena Jara, socia y directora de Factor Crítico. Columna publicada en La Segunda, 13 de marzo 2023.
Hace poco conocimos el relato oficial que el Gobierno envió a sus reparticiones para enmarcar la conmemoración de los 50 años desde el golpe de Estado. "Es fundamental transmitir que la democracia es memoria y futuro”, dijo la entonces ministra de Las Culturas, las artes y el patrimonio, Julieta Brodsky. En línea con esta tarea, una mesa interministerial permitiría coordinar acciones de cara al 11 de septiembre, y un asesor presidencial es parte del esfuerzo.
La idea marco, de acuerdo con el relato oficial, es la de un país que avanza hacia el futuro haciéndose cargo de su pasado, lo que nos recuerda el valor inquebrantable de la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Mientras estas ceremonias se planifican y estos relatos circulan y se debaten, en el Servicio Médico Legal, cerca de 300 osamentas que podrían corresponder a detenidos desaparecidos se almacenan en silencio desde hace décadas. No hay relato que las ampare. 80 de ellas fueron entregadas por orden del Juez Guzmán a la Universidad de Chile el 2001, y permanecieron hasta el 2019 en un subterráneo, tiempo durante el cual se humedecieron, se inundaron y se llenaron de hongos y moho. Luego se entregaron al Servicio Médico Legal, donde se encuentran actualmente, junto con más de 40 osamentas que corresponderían a víctimas exhumadas del patio 29 del cementerio general sin identificar, y otras más de 150 osamentas.
En agosto del año pasado, el SML ofició a la Ministra de Justicia, comprometiendo la contratación del personal necesario para iniciar un plan de identificación en el plazo de un año, de las 300 osamentas de posibles víctimas. En septiembre, la ministra en visita, Paola Plaza, solicitó a Justicia la contratación de un equipo externo que pudiera identificar los restos, oficio que habría sido derivado a la subsecretaría de Derechos Humanos y que sería respondido durante el mes de marzo, según CIPER.
Es difícil pensar en un relato que reivindique la verdad, la justicia y el compromiso de Chile con los derechos humanos sin un itinerario claro para la identificación de víctimas que han sido buscadas durante casi medio siglo. La mayoría de las madres y padres que perdieron a sus hijos entre los años 73 y 76 ya han fallecido, muchos de ellos, entre 2001 y 2023. Las fallas en este proceso no son adjudicables a un gobierno sino al Estado en su conjunto y las familias de las víctimas continúan siendo revictimizadas, 50 años más tarde, en un país que mira al futuro, pero que no termina de resolver lo más doloroso de su pasado.
El éxito de los relatos en comunicación política no depende solo de la argumentación y la estructura narrativa; dependen, sobre todo, de cómo esas estructuras narrativas se corresponden con la realidad. Es de esperar que esa realidad tenga respuestas de una vez, después de dos décadas de desidia.