Nunca más sin nosotras
* Por Ximena Jara, Directora de Factor Crítico.
El Gobierno dijo 800 mil; las organizadoras, 2 millones. Lo cierto es que, al menos, cerca de un millón de mujeres repletaron la principal avenida de Santiago, con un mensaje macizo y rotundo: nunca más sin nosotras. En momentos en que se acaba de aprobar la paridad en la elección de constituyentes – que constituyó una batalla no menor – esta advertencia debería ser asumida en serio por quienes toman decisiones, concretamente la clase política y el Gobierno.
Para muchos, el fenómeno de Las Tesis fue la irrupción rotunda de las mujeres en el movimiento social. Sin embargo, la masividad que alcanzó la performance política, y lo multitudinario de la marcha del pasado 8 de marzo tienen antecedentes claros, que se fueron acentuando con el correr del tiempo.
Por cierto, está la ola de tomas feministas por parte del movimiento estudiantil el 2018. Se habló del año de la mujer, como si se tratara de una irrupción sorpresiva. Pero antes de eso, el 2017, cientos de miles de mujeres en el mundo – y muchas en Chile – se hicieron parte del movimiento #MeToo, que denunciaba abusos sexuales, en muchos casos por parte de personas famosas. Y, aún antes, en Chile hubo una cantidad importante de denuncias, principalmente por parte de estudiantes en contra de profesores universitarios, por acoso sexual.
En otras palabras, la marcha del domingo y la performance de Las Tesis, así como la paridad lograda, responden a una misma narrativa: la del hastío con la postergación y el abuso contra las mujeres en todas sus formas. El fin de la normalización de prácticas políticas, laborales, sexuales y familiares que tienen como víctimas una y otra vez a las mujeres.
Frente a este clamor creciente, que el Presidente de la República hable de “la disposición de las mujeres para dejarse abusar” como factor de riesgo, dice mucho de la dificultad de ciertos sectores para comprender la rotundidad del relato que, en conjunto, están tejiendo las mujeres en cada ámbito de nuestra vida en común.
La legitimación de la acción política tiene, en la interlocución con las mujeres, una de sus más grandes deudas. El relato de las mujeres ha sido rotundo e incontestable. Y en la capacidad de convocar y de interpretar una demanda tan masiva como la que enarbolan, se juega parte importante de los liderazgos actuales de cara al proceso constituyente y al Chile que ya empezamos a ver.
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