Que el Presidente no hable solo

* Por Ximena Jara, socia de Factor Crítico. Columna publicada en La Segunda (10 de junio de 2022).

Que el Presidente es más conciliador que su propia coalición no es un secreto para nadie. Es parte de su mirada permanente, y ha estado en la mesa más de una vez. La imagen de Gabriel Boric poniendo su firma solo en la negociación del 15 de noviembre se repite en diferentes versiones. Como si esa persistencia solitaria en actos políticos que sus correligionarios no necesariamente comparten, fuera un sello de su trayectoria. La vimos también cuando nombró su gabinete ministerial, entregando puestos claves al mundo más socialdemócrata, lo que generó molestias entre sus filas. Lo oímos en su primer discurso, desde el balcón de la Moneda, donde se inscribió en el río de la historia de Chile y reconoció a sus predecesores. Lo volvimos a encontrar en una cuenta pública en la que incluso reconoció a Piñera y se disculpó por parte de las críticas.

Es un Presidente que se disculpa, que rectifica, que no finge ser infalible y que entiende la democracia no como la tiranía de la mayoría ni como un juego de suma cero. Uno que sabe que no tiene el Congreso asegurado para las reformas que son capitales en su proyecto de Gobierno, que tiende puentes, que hace gestos. Un Presidente que, una y otra vez, llama a sus filas a no querer refundarlo todo, a no creer que acaban de descubrir lo que otros ya descubrieron, a no embriagarse de su propia épica.

Ese es el Presidente que, tras su cuenta pública, tras su cadena televisiva, tras su despliegue de afabilidad, de habilidades para comunicar algo que se siente como genuino en él, sube 8 puntos en las encuestas de aprobación, en señal de que las personas, genuinamente, confían en su mirada, en su perspectiva y en su mando. Es el Presidente que se transforma en ícono latinoamericano de una izquierda más moderna, sin dogmatismos ideológicos, pero con principios muy claros, como los derechos humanos, el feminismo, el respeto al medioambiente. Es el Presidente retratado en el New Yorker como una esperanza fresca, distante de populismos, autoritarismos y retóricas obsoletas.

Si en el Gobierno de Sebastián Piñera el principal contratiempo era, precisamente, Sebastián Piñera, en el Gobierno de Gabriel Boric el principal activo, por lejos, es Gabriel Boric. Pero eso también puede ser un problema. Porque, como él mismo ha dicho, los gobiernos son tareas colectivas y, en esa tarea, nadie las lógicas de Gabriel Boric. El Presidente está solo en la tarea de relatar el viaje de transformación que busca para Chile y, en algunos momentos, al contrastar con otros personeros de su coalición, casi parecen viajes diferentes.

En momentos en que se conocen las grandes presiones que enfrentará la gestión gubernamental – orden público, contracción económica, cambios sociales – es esencial que el tono conciliador y convocante del Presidente encuentre eco entre sus propias filas y, en lugar de ser una melodía solitaria, permee los discursos de ministros, subsecretarios, congresistas y convencionales oficialistas en medios y redes sociales.

Enzo Abbagliati